martes, 15 de abril de 2014


Tarea 10:
Partido España-Rumanía
En el partido del miércoles en la final de  España-Rumanía encontramos a una Rumanía invencible que se desenvolvía sin esfuerzo en el estadio de Maracaná.
El resultado fue España-0 Rumanía-3 .
En el partido comenzó sacando España, que según sacaron el balón del centro Rumanía se apoderó de él . El control fue totalmente del equipo rumano, que en el minuto 35 Mutu marca el primer tanto de su equpio . El equipo de Del Bosque se encontró perdido y fuera de todo. Según cogían el balón alguno de sus jugadores, Rumanía se lo quitaba sin costosidad durante el primer tiempo.
En el segundo tiempo Rumanía tenía aún más poder que en el primero y España estaba totalmente abatida y en el minuto 74 uno de los grandes de la selección rumana, Cristea marca un golazo por la escuadra de Iker Casillas . La furia de Rumania se fue aplacando al final del partido y  España está cada vez más fuera de combate aunque más furiosa y decepcionada por su resultado .En el minuto 89 marca gol Arbeloa en propia meta por intentar quitar el balón a Gabriel Torje un centrocampista de los mejores que existe . Se va acabando el partido pero en los minutos añadidos David villa escupe a Cristian Chivu y penalti y expulsión para el asturiano.
El partido se acaba con victoria para Rumanía ,la más grande. ¡¡¡CAMPEONA DEL MUNDO RUMANÍA.!!!!

Tarea 12:
 Ruta por Italia –Expedición 2014
Ciudades de Florencia , Venecia y la Toscana
Bases para la participación de los jóvenes españoles.

1. Podrán concursar en la ruta por Italia 2014 todos los jóvenes residentes en España de ambos sexos de entre 12 a 16 años .
2. Para poder entrar en el concurso debe hacer 3 pruebas: (bases para  esta prueba en el siguiente punto)

(a)   Presentación de trabajos en Word o Power Point relacionados  con Italia .
(b)   Hacer una escultura característica en Italia con materiales reciclados.
(c)    Gymkana con preguntas sobre Italia en individual .

3. Los concursantes deben efectuar así la pruebas anteriores:
(a)   La presentación debe contener en Word al menos 5 páginas y en Power Point al menos 10 diapositivas .En los trabajos se puede incorporar música, fotos …..
(b)   La escultura debe medir como máximo 0.5 metros .Cuando la tengáis acabada mandarnos una foto de ella con vuestros datos.
(c)    La gymkana se hará en Madrid y durará 2 días en el Madrid Arena(fecha todavía no señalada)
4. Los trabajos deben ser en individuales , cada trabajo solo puede tener el nombre de una persona.
Pueden ser sobre arquitectura, paisaje, clima, geografía…

5. Las esculturas y las presentaciones deben hacerse con imaginación propia sin copiar. El que copie será descalificado.
6. A la gymkana se debe llevar ropa de deporte Bañador y ropas de recambio
7. La fecha final de entrega es para en 30 de mayo. Los trabajos no se cogerán si sobrepasan esta fecha.
8. Los trabajos se calificarán por edades de los participantes de 12-13 ,14-15 ,16.
9. Todos los trabajos deberán ser mandados a esta dirección www.rutaporitalia2014expediciónjóvenes.es
10.           Para consultar alguna duda entrar en la página anterior  ahí encontrarás todo lo que necesites
11.           Los trabajos podrán ser enviados desde cualquier dispositivo con internet
12.           Valorarán vuestros trabajos los jueces de diseño y dibujo de Madrid de los días 1 a 5 de junio y de ahí se escogerán los 30 mejores de cada categoría . Los resultados se darán el 8 de junio.
13.           En este viaje a Italia participarán niños de demás países como Francia y Alemania .
14.           El viaje será desde el 20 de junio a 20 e julio
15.           Por falta de alguna prueba pedida se descalificará inmediatamente a esa persona .
16.           Los trabajos ganadores no serán devueltos a sus autores .

Información:
e-mail: http://www.rutaporitalia2014expediciónjóvenes.es/



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lunes, 14 de abril de 2014


Tarea 8 :
   
La Rebelión de la Granja

Los siete mandamientos:

-   Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo.
-   Todo lo que camina sobre cuatro patas o tiene alas es amigo
-   Ningún animal usará ropa.
-   Ningún animal dormirá en un cama
-   Ningún animal beberá alcohol
-   Ningún animal matará a otro animal.
-   Todos los animales son iguales

Los castigos que recibían por incumplirlos:

- Atacar a todo lo que no camine con las patas y no tenga escamas ni plumas .



-Si alguien habla con un enemigo dejará de ser un animal a nuestros ojos.


 -Los animales que usen ropa, como los humanos, serán castigados.

 

-Si alguien duerme en una cama no se podrá

 levantar a menos que el granjero lo haga.


-El que beba alcohol será tomado como 

deshecho de granja.


 -El que mate será expulsado de la graja para siempre.


-El que diga que todos los animales no son 

iguales no se  le tomara la palabra y será

 expulsado del granero.


Tarea 4:

Tornasol
Sobre los muebles del despacho caía la luz de costumbre. A medio abrir, la persiana de varillas repartía las sombras como si fueran barajas. Junto a varios montones de fichas de cartulina escrupulosamente alineadas, a un costado de la mesa, una jarra de agua proyectaba distorsiones y reflejos. En el centro, la mano pulcra y pálida de la doctora Freidemberg garabateaba en una ficha. El blanco agudo del delantal hacía ajedrez con la butaca de cuero negro. 
El timbre del teléfono interrumpió la escritura.
¿Diga?
¡Doctora Freidemberg, doctora! ¿Sí, dígame? ¡Doctora, esto se acaba! Perdone, ¿con quién hablo? ¡Soy yo: Castillo! Ah, cómo le va, Castillo, qué desea. La llamo para anunciarle que he decidido suicidarme. ¿Cómo, Castillo? Que pienso suicidarme en cuanto cuelgue, la llamo porque había prometido avisarle si lo hacía y eso es lo que estoy haciendo, no tengo gran cosa que decirle aparte de esto. Pero Castillo, usted es consciente... Perfectamente, doctora, perfectamente. Vamos a ver, Castillo, por qué no almuerza tranquilo, viene a mi consulta esta tarde y me lo explica mejor, ya verá cómo podemos arreglarlo. Olvida usted que las consultas son los jueves, doctora. Pero hombre, éste es un caso de fuerza mayor, podemos trasladar la sesión del jueves a hoy. Al contrario, éste es un caso extremadamente sencillo, se trataba sólo de agradecerle su comprensión durante estos meses y de que supiera que voy a ahorcarme en la habitación de mi hija, ha sido usted de gran ayuda para mí, doctora, no sabe la tranquilidad que siento ahora que sé que debo morir. Escúcheme bien, Castillo, ahora va usted a coger un taxi y se viene inmediatamente a mi consulta, lo espero dentro de media hora, además, cómo se le ocurre que va a ahorcarse en la habitación de su hija. Mi hija se marchó de casa hace dos semanas, como bien sabe usted. ¡Caramba, ya lo sé, pero de todos modos le parece a usted bonito que su hija sepa que se ha colgado en la misma habitación donde ella ha dormido tantas veces, cómo cree usted que se sentiría! En eso tiene razón, doctora, lo que ocurre es que en la habitación de mi hija está la única lámpara propicia, yo no pretendo herirla a ella personalmente, al contrario, le he dejado una carta extensísima en donde le explico todo con detalle. ¿Ha escrito usted una carta? Sí, doctora, le aseguro que es lo suficientemente efusiva como para que mi hija no se tome mi suicidio como algo personal. Pero Castillo, ¿cuánto tiempo lleva meditando esta idea? Pues... no podría responderle con exactitud, en realidad si uno lo piensa bien llega a la conclusión de que lleva pensándolo más o menos toda la vida, estas cosas no son instintivas, doctora, no intente convencerme porque no lo hago por despecho sino por una cuestión de principios, ya hemos hablado de eso muchas veces, no sé de qué se sorprende. ¡Pero en el último mes ni siquiera habíamos mencionado el tema! Precisamente, doctora, ya lo tenía casi decidido y no quedaba gran cosa que hablar de eso. Siempre quedan cosas por hablar, se lo aseguro. ¿Sí, como qué por ejemplo? Pues como las infidelidades de su mujer, hemos analizado más las culpas de su mujer que las suyas propias. No necesito que me las recuerde, mis propias culpas las purgo yo solito, doctora, ya ve usted que no me las arreglo mal para eso, ahí está la cuerda, esperándome. ¿Pero no le asusta la muerte, Castillo? La muerte es bella, doctora. ¿Y usted cómo lo sabe? Lo sé, lo sé, créame. No puedo creerle porque usted y yo estamos vivos, afortunadamente. Es muy pobre estar vivo, doctora. ¿Cómo dice? Que un cadáver es un cuerpo que ha conocido la vida, pero en cambio nosotros no conocemos qué es estar muerto, por lo tanto nos falta algo. ¡Es a ellos a quienes les falta, les falta la vida, Castillo, la vida, que es lo que por ejemplo le permite a usted estar diciéndome disparates por teléfono! Los muertos son más sabios. ¡La sabiduría es la memoria, Castillo! Sí, pero la memoria más perfecta es la que dejan los muertos. Mire, le propongo un trato: de ahora en adelante dedicaremos todas las sesiones a discutir acerca de la idea de la muerte, invertiremos horas en el análisis de libros, películas, experiencias propias y ajenas relacionadas con la muerte; al cabo del tiempo, podremos decir que sabemos del morir tanto o más que los muertos de la vida, y con una ventaja: nosotros estaremos aquí para contarlo, y ellos no, ¿qué le parece?
Conteste, Castillo, qué le parece! Está usted intentando convencerme, joder, siempre está intentando convencerme de algo, estoy harto de que me haga creer que estoy equivocado. Es la vida misma quien lo persuade. No, doctora, la vida me ha persuadido para que me cuelgue, usted no lo entiende porque las cosas le marchan estupendamente, claro, pero los miserables como yo no tenemos por qué sufrir la humillación de levantarnos cada mañana evitando los espejos para no llorar de vergüenza por los sueños que teníamos de jóvenes. Usted qué sabrá cuántos sueños he tenido yo que resignar, Castillo. Pues no, no lo sé, la verdad, pero sí sé que ahora está en su consulta remodelada y próspera, con la pared llena de diplomas y con una vocación cumplida y un buen sueldo, ¡coño si tiene un buen sueldo!, lo sabré yo si no les saca los cuartos a sus pacientes... ¡Castillo! Claro, para usted debe ser reconfortante pasarse el día escuchando las penas de los demás y luego llegar a casita y decir: ¡por fin en paz!, y salir a cenar o a ver una película bien acompañada y después dar un paseo por el centro pensando: ¡qué bonita está la noche...! Se equivoca, Castillo. Y luego llegar a casita de nuevo y servirse la última copa, poner música... ¡Le digo que está equivocado! Y después ir a su habitación, dejar que la desnuden... Pero escúcheme... Follar hasta que amanezca como una perra desesperada... ¡Castillo, cómo se atreve! 

La doctora Freidemberg encendió un cigarrillo.
Doctora, le pido que me perdone por opinar de su vida sexual, me encuentro algo alterado, pero reconozcamos que usted se conoce al dedillo la mía, en fin, le pido disculpas, no quiero morir con mala conciencia. Escúcheme bien: le agradezco que retire el comentario, pero ése no es el punto, Castillo, debe usted reflexionar menos acerca de sí mismo y abrirse a los demás, usted cree que conoce la vida y sólo se ha fijado en la suya, es natural que se crea desgraciado porque nunca se le ha ocurrido pensar en los problemas ajenos. Es que mis problemas son más graves que los ajenos, doctora. Todos tenemos conflictos, Castillo. No me diga, ¿y qué problemas graves puede tener una mujer como usted, por ejemplo? Pues mire, para empezar, ya que tanta curiosidad tiene, le informo que estoy divorciada desde hace siete años, y que desde entonces son muy pocas las veces que he tenido la oportunidad de cenar a la luz de las velas, como usted dice. Yo no he dicho eso, he dicho sólo tomar una copa y poner música, ¿lo ve?, al menos ha tenido usted el privilegio de una noche romántica de vez en cuando, no tiene derecho a quejarse... ¿Y qué me dice del privilegio de separarme otras dos veces, y de perder un juicio por el reparto de bienes con mi ex marido, le parece romántico? Yo sé muy bien lo que es separarse, doctora, y separarse cornudo. Fíjese, yo en cambio no he tenido ese placer porque a mí me tocó más bien el honor de dejar yo misma al hombre que me daba puñetazos. Cómo, ¿su marido le pegaba? No, no mi marido: el otro tipo con el que cenaba a la luz de las velas. ¡Carajo! Como ve, Castillo, tiene que aprender a pensar en los demás. No sé, doctora, yo lo único que pienso ahora es que deberíamos suicidarnos juntos. Yo jamás he pensado en quitarme la vida, Castillo. Allá usted, a mí el mal de los demás no me consuela del mío. ¡Pero si sus males no son para tanto, hombre, me los ha contado usted todos y conozco a infinidad de pacientes en su situación e incluso en peores condiciones! Y qué, ¿le resulta interesante comparar las desgracias ajenas? Desde un punto de vista estrictamente profesional, sí. O sea, que cuanto más sufrimiento tengamos los pacientes, mejor para usted. ¡No diga tonterías! Cuanta más miseria pasemos los demás, más dinero y más experiencia acumulada para usted, a eso le llaman chollo, ¿eh? Acabo de demostrarle que conozco perfectamente el dolor íntimo, Castillo. Muy bien, pues entonces por qué no se analiza a sí misma y deja que los demás nos colguemos en paz. Castillo, me están entrando ganas de desistir y dejar que haga usted una locura... Oh, no me diga. Sí, sí le digo. ¡Pues no le daré ese gusto, zorra! Haga el favor de no insultarme. ¡Me limito a llamarte por tu nombre, puta del desengaño, bruja de la locura, cállate de una vez! ¡Castillo! ¿Colgarme yo, para que el día de mi funeral tú pienses: hicimos lo que profesionalmente se pudo, pero al fin y al cabo se lo tenía merecido? ¡Pero cómo se le ocurre...! Pues de eso nada, no me cuelgo nada y se acabó, qué te has creído; y además, te voy a fastidiar por partida doble: ni vas a ir a mi funeral, ni vas a tener ya paciente los jueves a las siete, hala, ahí te quedas, bruja.
La doctora Freidemberg tardó varios segundos en colgar el teléfono. Por el auricular se oía el pitido monótono de la línea. Lo colocó sobre el aparato, buscó unas llaves en su bolsillo y abrió uno de los cajones. Escogió una ficha, hizo unas anotaciones y la devolvió al cajón. Una rejilla de luz ámbar rayaba el escritorio y las mangas de su delantal. Afuera no cantaban los pájaros. La jarra de agua, casi vacía, proyectaba distorsiones y reflejos tornasol.



Este texto me ha gustado porque la historia parece una “contradicción” porque el hombre que quería suicidarse  debido a sus problemas cambia de opinión al ver que los demás también tiene problemas peores pero de una forma un poco contradictoria porque el empieza a faltar a la psicóloga para sentirse mejor, superior.
Me llamó la atención porque al principio pensé que era de misterio pero al final me acabó enganchando la historia en sí .
Me parece interesante el cambio de humor y pensamiento del paciente porque empezó triste y calmado y acabo en cólera con la doctora como si ella le hubiera hecho algo.










La piscina imposible
Jueves 3 de abril, 16 horas de la tarde.
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Estamos sentados en un banco de la plaza, admirando el verde joven de los árboles. Hace sólo un par de semanas temía que esos árboles no fuesen a sonreír nunca. Mi amigo Ramón, que está a mi lado, me confiesa que el regreso de la primavera le pone siempre un poco triste.
-Yo creo -dice- que los hombres no somos tan importantes como suponemos. Amanecemos un día en este mundo, maduramos con mejor o peor fortuna y desaparecemos como aquel quien dice al atardecer, antes incluso de que se hayan encendido las primeras estrellas. Nos vamos al otro barrio sin dejar los deberes hechos y no regresamos jamás. No se nos concede otra oportunidad. La primavera, sin embargo, regresa cada año, aunque sea zarandeada por el cierzo y lo haga en tiempos de guerra. 


Hace un par de años le abandonó una mujer a la que amaba locamente y a partir de entonces se convirtió en un hombre pesimista, que ha perdido todas sus ilusiones y la esperanza en un mundo mejor. Todos los esfuerzos que he hecho hasta hoy para remontarle la moral han sido inútiles.
-Amigo Ramón -le digo- a cincuenta kilómetros de donde estamos ahora, en el corazón del páramo, estoy construyendo una casita con piscina para pasar los fines de semana. La tendré lista a finales de esta primavera, así que, cuando llegue la canícula quiero que la conozcas. Pasaras conmigo un fin de semana y hablaremos de todo lo humano y todo lo divino. Verás lo bien que se duerme allí por las noches, cuando se oculta el sol, se levanta la brisa y empieza a cantar el mochuelo.
Viernes 3 de agosto 
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Llega, por fin, el día de la excursión. Ayer noche se lo recordé por teléfono a Ramón, que la tenía completamente olvidada. 
Son ahora las diez de la mañana. Salimos de la gran ciudad por la autopista B-27 y cuando hemos recorrido diez kilómetros penetramos en el inmenso páramo por un camino sin asfaltar. No hay ni una sola nube en el cielo y cae un sol implacable que funde las piedras.
Ramón me pide que pise acelerador a fondo. No le gusta el paisaje. Quiere acabar este viaje cuanto antes. Se levanta inesperadamente el cierzo (no es normal que sople en esta época del año) y empiezan a rodar por la llanura una docena de arbustos. A Ramón le parecen de mal presagio y frunce el ceño.
-No te preocupes, que son inofensivas -ironizo-. En este país llamamos a esos matorrales “capitanas”. No les importa que les cambiemos el sexo. Empujados por el viento, esos arbustos sin raíz ruedan y ruedan con la esperanza de encontrar un rincón donde volver a echar las raíces. ¿No te parece que algunos hombres deberían tomar ejemplo?
Mi amigo no se da por aludido y se pasa el pañuelo por la frente. Está sudando a mares. Me pide permiso para bajar la temperatura del aire acondicionado. Fuera del coche el desierto impone su ley. Debemos rondar los cuarenta grados. Una docena de buitres vuelan en círculo sobre el cuerpo de algún zorro que debió de morir de sed. A ese pobre bicho de nada le sirvió su astucia.
El todoterreno sigue avanzando entre espesas nubes de polvo, cruzamos el cauce seco de un torrente -hace seguramente años que no baja por aquí ni una gota de agua- y media hora después nos detenemos frente a la casita que, en el último momento decidí pintar de gris, para que se confundiese con el paisaje y nadie pudiese distinguirla desde lejos.
No es un chalet para presumir, lo reconozco, pero creo que con los años le cogeré afecto. Tiene una sola planta, comedor, un recibidor minúsculo, tres habitaciones y la piscina. Lo acabaron de construir hace ya un mes pero está es la primera vez que lo visito
No encuentro la llave y no me queda más remedio que abrir la puerta de una patada. Agotados por el calor, nos sentamos en las sillitas de paja del recibidor.
-Agua -me pide Ramón, desfallecido-.
-En esa tinaja del rincón debe quedar un poco de la que puse la semana pasada. En esta casa no hay luz eléctrica ni agua corriente. Supongo que esta misma tarde llegarán dos acemileros que me acarrean el agua desde el pueblo más próximo.
-Vamos pues a refrescarnos en la piscina. ¿Dónde está?
-En el solar que hay detrás de la casa -le respondo-. Pero está vacía. Tengo, sin embargo, dos tumbonas magníficas.


Ramón no puede disimular un gesto de contrariedad.
-Te propongo que nos pongamos el traje de baño y esperemos tumbados en las hamacas -le sugiero-. Los del Servicio Meteorológico anuncian para este fin de semana un tormentón de padre y muy señor mío que nos llenará la piscina hasta arriba.
-Creo que lo mejor será que regresemos cuanto antes a la ciudad -murmura Ramón-.
-Aprende a esperar y a tener paciencia -le contesto-. Desde que te dejó en la estacada aquella fulana te has convertido en un amargado. Tienes que ser optimista y pensar que la esperanza ya es una felicidad en si misma. Mira, ahora el cielo está claro como el ojo de un pájaro, pero estoy seguro de que muy pronto se llenará de nubes y caerá un chaparrón de padre y muy señor mío. Te prometo que cuando empiece a llover la piscina se llenará en menos de lo que canta un gallo. Puede incluso que tengas agua suficiente para ahogarte y despedirte de esa vida que tanto te incomoda.
Y eso es lo que hacemos. Esperar inútilmente que empiece a llover, pero las nubes no llegan, la tormenta no se presenta y cuando el lunes por la mañana llega la hora de regresar a la ciudad dejamos la piscina tan vacía como la encontramos el sábado a nuestra llegada.

Este texto me gustó porque hablan de dos amigo y uno es muy negativo (me recuerda a mi porque yo soy mas bien negativa ) que se van al chalet del otro amigo que tenía piscina pero estaba vacía al hacer  tanto calor y sol , entonces el amigo le dijo que se llenaría en seguida con una tormenta que iba a venir y Ramón que era el amigo negativo le dijo que no . Al final resultó ser lo que había dicho Ramón .
Y por eso me gusto porque a veces no hay que ser tan positivo porque luego si no funciona te sientes peor , en cambio al ser negativo si piensas en lo peor y te sale bien luego te sientes mejor.